Hacia el año 910 se funda una abadía que estará llamada a ser la mayor que la cristiandad conoció en la Edad Media: la abadía de Cluny. En apenas 200 años, tejió por toda Europa una red de monasterios que se extendía desde Irlanda hasta Tierra Santa y desde Polonia a la península ibérica. Su poder e influencia transcendía los reinos regionales, siendo una ‘iglesia dentro de la Iglesia’, rindiendo cuentas sólo ante la Santa Sede.

Actualmente forman parte del Gran Itinerario Cultural por el Consejo de Europa más de 200 de sitios cluniacenses por toda Europa, federados en la Fédération Européenne des Sites Clunisiens. En España, formamos parte de Cluny Ibérica – Sitios Cluniacenses siendo testigos de esta invaluable herencia grandes hitos artísticos y culturales de nuestro país de pasado cluniacense, como son San Juan de la Peña (Jaca, Huesca), San Salvador de Oña (Burgos), San Martín de Frómista (Palencia), San Zoilo de Carrión de los Condes (Palencia), San Benito y San Pedro de las Dueñas en Sahagún (León), San Salvador de Cornellana (Salas, Asturias), San Salvador de Nogal las Huertas, San Román de Entrepeñas en Santibáñez de la Peña, Santa María de Mave o San Pedro de Villalcázar de Sirga (Palencia).

Buena muestra del papel protagonista que desempeñaban es que fueron elegidos como panteones reales de los linajes más poderosos de los reinos medievales, como San Juan de la Peña y el reino de Aragón, San Salvador de Oña en Castilla o San Benito de Sahagún en León, que custodian los restos de Ramiro I, Sancho III o Alfonso VI, entre muchos otros.

Un recorrido que permite empaparse de los orígenes de los reinos históricos de España a través de uno de sus agentes protagonistas, los monasterios cluniacenses. Los otrora grandes señoríos se ubican hoy en zonas rurales de gran riqueza paisajística, vertebrando toda una serie de rincones a su alrededor que esperan a ser descubiertos. Son enclaves privilegiados en los territorios de Aragón, Castilla y León y Asturias que, en combinación con sus variadas virtudes gastronómicas, ofrecen al visitante una experiencia que le acerca a la vivencia de los antiguos monjes, pudiendo recorrer los territorios de sus dominios, sus incomparables templos y claustros e incluso, en algunos, pernoctar entre sus muros cual tiempos medievales, pero con las comodidades del s. XXI.